La astronomía, desde que tengo uso de razón me ha apasionado. Esa irreverencia inherente al hombre, la cual, de una u otra manera, lo ha hecho surcar las aguas, posteriormente los cielos, y, finalmente, el espacio, aquel océano que nos apabulla con su inmensidad, con los parajes tan dispares entre si que alberga, con cada una de sus incógnitas, maravillas que nunca podremos vislumbrar siquiera en una milmillonesima fracción de su totalidad.
Voyager 1 |
En 1977, fueron lanzadas al espacio las sondas Voyager, en dirección Próxima Centauri, destino al cual llegarán (posiblemente) en alrededor 40000 años (si, es triste). En esta epopéyica travesía cuyo fin es hacer llegar el mensaje de vida en un distante planeta, la Tierra, por medio de imágenes, saludos, música, etc, no solamente hemos obtenido fotografías increíbles de planetas, satélites, sitios inexplorados y desconocidos. En 1992, las sondas se encontraban a más de 6000 millones de kilómetos de la Tierra, esto es más allá de Plutón. A lo largo de este viaje, estas sondas interactuaron constantemente con la radiación proveniente de diversas fuentes. Lo que hizo la NASA, en ultra resumidas cuentas, es pasar estas ondas a ondas de sonido y reducir las frecuencias a rangos audibles por el ser humano, es un tema muy interesante del cual pueden leer aquí y aquí.
Respecto a las grabaciones, son extraordinarias. Registros cautivadores y a la vez siniestros, una vez te sumerges en su naturaleza inescudriñable. La soledad, el frío, lo que no podemos ver ni alcanzar. El solo hecho de pensar en el origen de estos sonidos resulta algo único: astros de dimensiones colosales, viento solar, satélites naturales, anillos, interacción de partículas y el espacio mismo. El cénit (y, simultáneamente, el abismo) de la música concreta. Sorprendente.
Symphonies Of The Planets
1993
Experimental/Ambient/Musique Concrète
WMA
pass: musicrypt
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5
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Luc4s.
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